miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lluvia Roja

Mi color favorito es el rojo. Como la lluvia. La lluvia roja. Esa que cae y arruina las ropas blancas, sedosas de todos los que se adentran en los descampados. Cae y tiñe los ojos de alguien que quiso mirar hacia arriba creyendo que era la mejor opción. Lluvia que desborda de las venas que cubren el cielo de azul. A estas horas, en estos tiempos, las calles se vacían. Nadie quiere que caigan las gotas rojas en su cabeza, es entendible. El miedo. En realidad, yo no lo entiendo. El miedo a ellos Pero es entendible. Me agacho para levantar un papel entintado. Pedacito de carne. Lavandería "Vuelta al Mundo". Distraído piso un charco. Sufren mis medias la inundación. Ella estará en su casa viendo la tele o fumando mientras deja abierta la ventana para presenciar el goterío. A ella también le gusta el color rojo.
Vine caminando porque pensé que no me mojaría y tenía razón. Las paredes de esta iglesia fueron víctimas de un bombardeo hace 40 años. El día que yo nací. Hay algo en este lugar que se siente cercano, como un espíritu amigable, una memoria visual y auditiva. Los chapoteadores se hacen eco de su galantería alrededor de esta cruz. Las graciosas explosiones que llovieron no pudieron derribarla. Glub. Splash. Boom. Ruinas amistosas goteantes, con fugas, fugaces. Entrar por uno de los agujeros solitarios, refugio de muertos. Los asientos han sido robados y las baldosas estan rotas pero aún se puede caer más bajo. Agacharse más abajo. Frío y el sobretodo rojo. El sombrero negro. Dibujo en la roca una madre o un padre o alguna otra figura monstruosa. Ella se debe estar regodeando con la lluvia. Conforma un odre sin fisuras con sus propias manos y bebe de él. Su cuello en cascada cascadea. manchando su, seguramente, pulóver.
Las venas del cielo tapan el sol. O tal vez es de noche. Tarantino estaría orgulloso del paisaje. Masacre a la vista. Me entretengo viendo los círculos en mi sobretodos. Aumentan. Hasta que desaparecen. Ella estará riéndose. Burlándose del aparato circulatorio que recubre el cielo. Mofándose de mis venas abiertas. Si las riegan las plantas crecen azules.
 Acá estan. Los escucho. A través del manto sonoro goteante. Glub. A través de las calles en contramano. Ellos son como ella. Les encanta salir en días como estos y pasear por las ruinas de iglesias pedregosas. Escuchan. Ven. Huelen la sangre. La lluvia roja los trae. Las calles vacias los propician. Sacian su sed en los charcos espesos. Pasean, corren, vuelan, aterrizan de nuevo, golosinean. Normalmente se refugian en los pasadizos oscuros, acogedores, encogedores. Y ahora toman las avenidas, se agrandan. Ellos piensan que están solos. Pero no, yo estoy acá. ¿Me vieron?. No, todavía no. Ellos son como ella. Pero ella no sale, se parapeta en un departamento. 6to piso. ¿Me vieron? Sí. El rojo gracioso, poderoso, fogonero, ensordecedor, perturbador, sanador. Vienen. Corren. Muerden. Mi carne sangra azul. Violáceo festin. El calor de la lluvia se hiela. Odio el azul. Se van llenos. ¿Muero?. Me levanto y recojo mi sobretodo púrpura. Camino hasta la puerta. ¿6to "A"? No importa. Las noches (creo) como estas son bonitas, dejan un hedor férreo en los ojos.
Amaina. Voy a volver. Ella cierra su ventana y comienza a llorar. Yo la voy a escuchar desde mi cama. En el llanto que llega a mis oídos, lo sé. Mi sonrisa se estira burlona.