domingo, 24 de mayo de 2015

Los suspiros y sus historias

A veces suspirar profundo es aceptar la teleología de uno mismo en un determinado punto del espacio-tiempo. A mí me pasa seguido. Cuando encuentro un momento en el que puedo hacer mi sonrisa blanca, suspiro y expulso el aire que se creía perdido dentro de mis pulmones. También, cuando una momentánea felicidad es sepultada por un abismo de irresoluciones, confusiones, y profundas tristezas; suspiro y expulso los demonios impacientes por comer mi carne. Al hacerlo me concentro en la plenitud de los segundos, para luego inhalar, dándoles la bienvenida a estos oikófagos míos. Así suspiró Sísifo al extraer sus manos de la piedra, para que esta viajara montaña abajo. Odiseo se acordaba de esta historia en la encrucijada con una noche que le hizo dar cuenta que al lado tenía a su Penélope dormida, ya vieja, y él a punto de morir quería volver a Troya, pues allí había dejado su juventud y hermanos de alma; y entonces: suspiró. Y murió. Un vendaval soplaba desde la boca de Holmes, cuando todos sus casos ya habían sido resueltos. Las muchachas suspiraban aceptando su espera eterna por el amor de un hombre que no existía, y que fingía que suspiraba por las noches. El famoso suspiro de Dalí, fue dibujado sobre una mujer de espaldas. La última canción que compuso un músico fue una sinfonía que suspiraba "love me do".

Igual sigo viendo cada uno de mis suspiros en el tiempo, y los repito a veces. Así logro desvanecerlos como humo líquido, y al momento de volver al cuerpo se atañen con más fuerza a esta masa masa desnutrida que soy. Los dejo hacerlo. Impregnados de otros recuerdos me apuro a inhalarlos de nuevo, con miedo a que la desorganización del momento no les permita el regreso y fluyan libremente por los canales de la historia.


sábado, 9 de mayo de 2015

El castillo

I
En éxtasis mis dedos comparten el deseo de estar vivo
pero igual se convierten en arena
grano por grano caen al suelo
y se mezclan con la mala hierba hasta matarla
Nada puede crecer en ellas


II
Así, manco, construyo mi castillo
Solitario como el placer de esperar
Una roca se cruza bamboleante
Y con mi mentón la intento alejar
Y si mis pies se cansan mis muñecas viajarán
Las sendas que alguna vez decidí abandonar
Me siento en mi trono con miedo
Todo puede fallar
Largas las horas, infinito el espacio
Oscura, la sala intenta matar

III
Pero los sillones son cómodos
Pues mi piel los calentó
Allí se también se sienta
Mi lamento a coronar
Las ventanas son dobles
Pues las siluetas que quedan
En mis vastos dominios
No se deben reflejar
Mi vino no es uva
Mi pan no es trigo
Pues todo es arena
Que sirve para alimentar
Si bien no al alma
Al cuerpo que va a menguar

IV
Sutilezas brillan los domingos
Arrebatos del viento que entra
Pues mis verdugos en línea
Ya no se van a demorar
Los viernes de fiesta
Los payasos toman de más
Y parecen no entender
Las coplas del juglar
En este vasto territorio
Construí un laberinto
Aburrido me meto en él
Perdido siempre me van a encontrar