domingo, 5 de julio de 2015

El Torturador

En cualquier momento se puede jugar al Torturador. Es simple, sólo hay que abusar en demasía de uno mismo y del otro. Hiperbolizarse a uno mismo y el poder que puede ejercer sobre el otro. Aprovechar la circunstancia en que uno agarra con minuciosa bronca el cuerpecito del otro y lo encierra entre los pliegues de las manos. Cárcel del desamparado. Imponer las reglas hasta que el otro sangre por el simple placer del sonreir maliciosamente. El torturador no es un juego que sólo remite a los tiempos de los romanos, y a los egipcios, y a los griegos, y a los neandertales, sino que es un juego que seguramente precede al universo y a la vida misma. El primer torturador creó este mundo para que pongamos nuestras garras en él y le saquemos hasta la última gota de sabia. También nos creó para que aprendamos el juego y lo utilizemos entre nosotros.

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