lunes, 26 de octubre de 2015

La caída

Hay algunos que piensan que empezamos a caer desde que nacemos. Que en el momento en que cobramos vida (sea cual sea este momento) es el instante en que empezamos a distinguir el aire que recorre nuestra cara y que a lo lejos se ve el piso. Duro. La muerte segura. El destino final e irrevocable. Yo no creo esto. Por lo menos esas burlas de que nacemos cayendo. No. No hay forma. El piso no es la muerte y la caída la vida. Tranquilamente se puede terminar de caer y a pesar de esto levantarse todas las mañanas pensando en qué se va a almorzar o si vale la pena alimentarse. Pensar a quién se va a votar en las elecciones o simplemente decidir irse a nadar un rato. A pesar de que ya el fondo ha sido alcanzado. Rabiando que nada puede ser peor y sin embargo lo es. Tratando de escalar a la salida con una pierna rota y un ojo chueco. Este escenario es totalmente posible y la gente no lo considera.
Yo lo llamo: El escenario de los vencidos. La gente que perdió en vida. Y en esto los libros y frases de autoayuda básicos (y como básicos nunca fueron escritos) dicen: "nunca se está vencido mientras se viva". BULLSHIT. Uno vive y se siente muerto. Lo que se expresa son sólo telarañas y huesos de cadáveres. Los pasos dejan de ser saltos al vacío y hacen eco en la fria tierra. El sol negro, la luna nueva. Se ha perdido toda voluntad. Tanto que se necesita cualquier pequeña excusa para sentir que todavía se está cayendo. ¿Hay formas de subir? Seguramente. Si alguien sabe me avisa.

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