sábado, 4 de abril de 2015

Muertes

-Yo, electrocutado...Pero por un rayo ¿Y vos?
-Pará, pará. pará... ¿electrocutado? Qué enfermo.
-¿Por qué?
-Eso dolería mucho. De todas las maneras que hay se te ocurre la más sufrida, masoquista.
-Bueno, gustos son gustos. Además pensá: todas esa majestuosidad de voltios acumulados insertándose en tus venas, viajando a una velocidad infinita y cocinando tu carne a punto medio. El dolor es la sensación más viva que los seres pueden experimentar. Es la sensación más extrema mientras estamos vivos. Cada vez que te quemás, pinchas o cortas, sentís el alivio espiritual de que aún podrías estar vivo. El sistema nervioso se regodea de de un vasto impulso que nos recorre, sintiéndose útil al cuerpo. El deber de hacer reaccionar a nuestra escasa voluntad de recorrer el mundo con los pies. Maravilloso acto de compostura para el alma. El rayo es tan sutil a todo esto. Sólo debe ser certero, y caer desde una nube. Pero la velocidad con que lo hace, inundando cada punto posible del cuerpo con su esencia casi metafísica, en sólo milisegundos. Es la manifestación más grande de estar vivo antes de morir. Como si el último beso que le diste a la chica que amás te visitase por última vez, de pronto y efímeramente. Vos, recién.levantado de la siesta, no te hacés más preguntas y fin. Se acabó. No hay más de qué preocuparse, viviste todo en un patapún.

-Sos muy raro Masoquista. Deberías hacerte ver.
-Pfff, calumnias. Pero te repito: ¿Y vos?
-Bueh, yo...emmm... voy de pecho con ser acribillado en un paredón de fusilamiento.
-¡Qué dramático! por no decir cursi y trillado.
-¡Qué sabrás vos! Si sos un neutro de mierda.
-No lo niego.
-Es cierto que no es original. Pero morir por las ideas es algo heroíco y grande, además de que habla bien de vos: ¿O alguna vez escuchaste que mandaran a matar a los tontos? De alguna forma quedarías flotando en el aire de las nuevas generaciones, envalentonando a la juventud a vivir, a pelear, a morir. Tu nombre sería puesto en pancartas, trascenderías la tierra de la existencia vida/muerte. Te matarían por ser un individuo que hace, que existe como es. Sin mencionar esos segundos. Sí, esos segundos antes de hacer de escudo a la pared, ese momento antes de que tu carne sea atravesada por las balas. Esos segundos mágicos que se te dan para sonreír por última vez, mofándose de los infelices que no pudieron vencer tu espíritu y por eso vencen tu cuerpo. Y expulsando el aire por la nariz, pensás: ¡Estos boludos piensan que me están matando! Error, error, error. Los proyectiles les vuelven. ¿Ves? ¡Esa es una forma de morir!

El masoquista no lo pensó así, y dándole un sorbo abrupto al vaso de cerveza, salió junto con el gordo a la calle, la noche difuminaba el paisaje de la ciudad. A los dos los encontraron borrachos y durmientes en una plaza, uno abrazado al otro, como si separarse no fuese una opción. A las cuatro de la tarde recién, pudieron despegarse y ya despiertos decidieron que era hora de que cada uno se vaya a su casa. Se dieron la mano y arreglaron para jugar al fútbol la semana entrante.
El primero en morir fue el masoquista. El gordo no fue al funeral, a él no le gustan esas cosas.













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