domingo, 7 de septiembre de 2014

Para entendedores que entienden lo infinito del entender

Y así es ¿Entienden? las humanidades vienen, humanidades van, son, no son, viven, no viven, mueren, no mueren, conquistan, no conquistan. Las hachas caen injuriosas sobre las almas que no saben qué hacer más que gritar. Los niños levantan la cabeza para reposarla una última vez en las de sus madres chorreantes en amaneceres de sangre. Montañas y ríos se levantan y se extinguen en la genuflexión de un dedo anular. Bosques caníbales de la decepción se ciernen ennegreciendo la ya oscurecida galaxia en quien sabe cuantos muertos de años. Pirámides de dolor acumulándose en las espaldas de culturas inexistentes ya. La mirada simple y fugaz de un momento se extinguía de pronto en la levedad de un pelo. Pronto los huesos sarnosos, ahuecados y más corroídos por voraces escatófagos, de las paredes de esta biblioteca dantesca, "buscan su camino" a través del tiempo ¿Entienden? Busco en mi bolsillo, saco un pañuelo, lo limpio. El fuego ahora está arriba. Crujen las imágenes desfiguradas de las vírgenes que solían descansar sobre estas planicies. Vuelve. Negro, rojo, azul, verde revuelven en remolinos la continuidad de los seres haciendo de todos ellos un líquido pastoso, inodoro, que es comparable al arroz con leche; oigo sus muchas voces agradeciendo sus vidas y las estrujo como si fueran alientos que deja el frio de la mañana. No hay piedad. Sólo se oyen ahora las acabadas cenizas de una civilización de bárbaros. Rebotan y rebotan. ¡Dejen de rebotar! Los infiernos cambian su nombre: son estaciones. Todo vuelve a un hilo. Y yo todavía no puedo decirle que ella me gusta un poquito ¿Entienden?

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